El cielo te reclamó

El día 14, a las 8 de la mañana, me despertó una insistente llamada de teléfono, la oía entre sueños, casi no me daba cuenta de ello, hasta que bruscamente me levanté, lo cogí, y al otro lado, mi hija, me dijo: mama….tito Santi…., ha muerto….., hace media hora…., sobre mi cabeza cayó como una losa, ¡que tremenda y dura es la muerte, ya sea de repente o anunciada, como ésta!.
Era una muerte anunciada, desde hace tres años y medio, en que enfermó, fue sometido a una larga operación, una enfermedad que todos conocemos y que su solo nombre asusta, no creo que haya que nombrarla para saber cual es, había minado su cuerpo, tanto que quedó mutilado por dentro, aunque por fuera no se le notaba, porque la sonrisa de su cara y su expresión de paz, que transmitía a los demás, no desaparecieron, y a pesar del mal que le atacaba, y que con el tiempo se lo llevaría, aún le quedaba algún tiempo en que tendría alguna calidad de vida, con algunas limitaciones a causa de la operación sufrida y de las consecuencias que de ella se derivaron que limitaron la actividad que hasta ahora había tenido, debido a la quimio que mermó sus fuerzas y no le dejaba hacer su vida normal.
Santi, el cielo te ha reclamado, porque del cielo viniste, una persona como tú no puede tener otro origen, seguro que cuando llegues te conviertes en lucero, para que cuando te busquemos, encontremos tu consuelo, el mismo que nos dabas cuando estabas en la tierra.
Cuando viniste al mundo tu nombre con gran acierto te pusieron, Santos era tu nombre, un santo fuiste en la tierra, y además de un lucero, un ángel serás en el cielo.
No puedo ni escribir, el llanto me empaña los ojos, tengo un gran recuerdo de ti, que me rompe el corazón y me llena el alma de dolor, muy pronto te llevó la muerte, te arrancó de nuestro lado, todos los que te queremos, siempre te recordaremos con todo nuestro cariño y nuestro amor.
Llevaste el timón de tu casa con fuerza y con mucha paz, por los mares de la vida, hasta que esa enfermedad, para la que aún no han encontrado cura, te obligó a frenar tu rumbo, pero tú lo seguiste firme, junto con tu otra mitad, la gran mujer de tu vida, de la que eras sus píes y sus manos, a la que pasaste tu fuerza cuando la cruel enfermedad la mermó tanto que no podías llevar solo el timón, ella la recogió con todo su amor y te cuidó como tú la hubieses cuidado, con el mismo amor y con la misma dedicación, a ello dedicaba las 24 horas del día, con todo el amor que por ti sentía, ella siempre decía que con lo que hacía solo te devolvía el amor que tú le habías dado todo el tiempo que contigo había compartido su vida; dormía las horas que tú dormías, te curaba, te limpiaba, te mimaba, te acariciaba y pendiente de ti estaba de noche y de día, porque eso era lo que tú merecías.
Contigo estuvo así, junto con tus hijos, hasta que exhalaste el último suspiro, en el que estaban a tu lado, como siempre habías querido, con todo su amor y cariño.
Has dejado un rastro de luz en tu paso por la tierra, solo nos queda el consuelo de saber que estás en el cielo, por él te seguiremos porque sabemos que contigo nos reuniremos si nos ayudas desde allí a ser solo la mitad de lo bueno que tú has sido en este mundo, seguro que lo conseguiremos.
SANTI, queridisimo cuñado, has sido un buen hijo, un buen esposo, un buen padre, un buen hermano, un buen cuñado, un buen tío, un buen tío abuelo, un GRAN HOMBRE, era imposible vivir contigo o conocerte y no quererte, siempre te llevaremos en nuestros corazones.