La vida del amor

El amor nos enseñará
Todas las virtudes para vivir,
El verdadero, nunca
Tuvo término en amar.
Es una fuente de un agua
De amoroso deseo,
Árbol que nunca pierde su verdor,
El amor es compás de toda prudencia,
Vergel donde se deleitan lo ojos,
Armadura que viste al rústico
Y sublima al sabio.
Oro brillante de gran valor.
Allí sube el hombre cuanto más ama.
Si el amor que vos tenéis
Es verdadero, no se me ponga
Delante amigos y extraños,
Ni la enemistad de los parientes,
Sino solamente Dios
Y vuestro contentamiento.

Contemplad que el amor
Que de las entrañas puro emana
Y en el corazón se engendra,
Ni teme, ni debe, ni guarda ley,
Porque luego se transforma
En la persona amada.

La vida es la más dulce
La muerte la más aborrecida.

Buena voluntad en la que pueda
Tener, al que nunca vi
Ni tuve de él otro conocimiento
Que oír sus virtudes o gentileza
Amistad llamamos a la que comunmente
Nos hacemos tratando y comunicando.
Que la buena voluntad se dice entre ausentes
Y amistad entre presentes;
Pero amor corre por otros caminos:
Ha de ser forzosamente recíproco,
Traslación de dos almas
Que cada una de ellas
Asiste más donde ama
Que donde anima.
El amor ha de ser libre
Con libertad ha de entregar
Las potencias a lo amado,
Pues el capitán que no da el bajel
Cuando por la fuerza se lo quiten.
El que amase por malos medios
No se le puede decir que ama,
Pues va forzado adonde
No le lleva su libre albedrio.
El amor debe prender fuego
A nuestros mundos.

Autor DIÁDOCO