UN HOGAR

Una casa, simplemente una casa, no es un hogar.
Un hogar debe tener calidez, tiene que ser acogedor, tienen que servir para que todos los miembros de la familia vivan con felicidad, que todos disfruten de él, porque una casa no es un hogar, hay un refrán que dice: “La casa está para servirte, no tú para servir a la casa”.
Si una casa está excesivamente ordenada, en la que nada se puede tocar, por miedo a estropear lo que han puesto los demás, no se puede llamar un hogar, porque un hogar da calor, le da igual como las cosas están, ni donde se sienta uno, ni donde se sienta otro; porque los muebles son para usarlos, no para reservarlos cuando los que nos visiten la vean impecable, eso es como un escaparate, y los escaparates están solo para que lo ven los demás, desde fuera, porque dentro no de puede entrar, eso es lo que pasa cuando una casa no llega a ser un hogar.
Hace tiempo que leí, no me acuerdo ni cuando ni donde, que una familia no era feliz, porque no tenían un hijo que les acompañara y les diera la felicidad soñada.
Entonces pensaron, muy animados, que un hijo iban a adoptar; raudamente se pusieron en contacto de la Asistencia Social, los trámites empezaron pronto, no tardaron demasiado.
Cuando les avisaron que los iban a visitar, se asustaron una barbaridad, pensaron si su casa sería idónea para el hijo que querían adoptar.
Entonces, pensaron, vamos a recogerlo todo, así todo se verá muy ordenado, y cuando vengan los señores de la Asistencia Social, tan ordenado lo verán, que seguro que el hijo que queremos adoptar, nos lo concederán.
Pero la idea fue fatal, cuando llegaron los señores que esperaban, miraron la casa muy detenidamente, la miraron y remiraron, y cuando acabaron, le dijo a la familia que los esperaba: Señores, ya hemos visto todo, ya veremos, si acaso, otro día volveremos, ya la avisaremos”
Efectivamente, volvieron, y la casa en el mismo estado se encontraron, y al verlo todo tan perfecto y ordenado, le dijeron a la familia: Señores, esto no es una casa, es un museo, todo está demasiado ordenado, aquí no puede vivir un niño con felicidad y libertad, porque tan ordenado está, que da miedo de tocar todo lo que en su sitio puesto está.
Al oír esto, la dueña de la casa, raudamente se levantó, hacía un armario corrió, y con presteza, bruscamente abrió la puerta, del armario cayeron todas las cosas que ella había guardado, de cualquier manera, para que nadie lo viera, y le dijo a la señora de la Asistencia Social: Señora: mi casa no es un museo, no es lo que ha visto, todo lo que ha caído del armario que he abierto lo he guardado urgentemente, cuando usted me ha avisado, para que no lo viese, no quería que viese el desorden que en mi hogar tengo, soy un desastre, no siempre tengo mi casa en orden, por eso he metido todo en el armario para que Vd. no lo viese.
Cuando esto ocurrió, la señora de la Asistencia Social, se sorprendió, la miró, y le dijo: ¿Vd. no sabe que un niño debe tener un hogar en el que pueda jugar?, me ha sorprendido gratamente, porque nosotros queremos familias que no tengan la casa como un museo, donde nada se pueda tocar, los niños deben jugar, y debe ser en un hogar en que encuentren la felicidad, y, aquí, por lo que he visto, creo que la puede encontrar, estudiaremos su caso, la llamaremos, y seguro que un hijo le daremos.
Y por fin la felicidad llegó a ese hogar, con un niño precioso que les llenó de felicidad, que jugaba y bailaba cuanto quería, porque sabía que tenía un hogar, y no un museo en el que nada se pudiera tocar.
Aquí termina la historia que os quería contar, espero que os haya gustado y os haya servido para saber lo que es un hogar, un lugar de alegría y felicidad, en el que todos a gusto estén, y en la que se pueda disfrutar.