Un alma ha subido al cielo

Vengo con una profunda herida en el alma, el corazón destrozado, vengo de despedir a una gran amiga a la que el cielo se ha llevado, allí estará ya, con los ángeles a su alrededor, no les extrañará que esté con ellos, porque en la tierra era un ángel, y un ángel seguirá siendo en el cielo.
Fijaos si un ángel era, que Ángeles se llamaba, hacía honor a su nombre repartiendo su alegría, su felicidad y su amor por los demás.
Con ella se ha ido una parcela de mi vida, la alegría que compartimos, tantas veces que reímos, y tantas y tantas cosas, que mi corazón se entristece al recordar esas cosas tan hermosas que no volverán a repetirse.
Todos los que disfrutamos de ella, sabemos que está en el cielo, porque un ángel tan hermoso, no puede tener otro destino, las almas que extienden su hermosura, ya se sabe que son puras, en el cielo han de estar las que no han hecho ningún mal a los demás.
Sufrió mucho en su vida, casi desde que nació, la vida nunca la trató bien, pero ella era fuerte, y con esa fortaleza, consiguió, en su grandeza, hacer frente a todas esas tristezas, labrándose su camino, con su amor, que era su vida, y con él, logró alcanzar la felicidad que hasta entonces la vida le negó.
Ese amor le dio la felicidad que nunca pudo soñar, tan enamorados estaban, que nunca se separaban, iban juntos a todas partes, siempre del brazo enlazados, mirándose a los ojos, siempre enamorados y embelesados, como dos enamorados en los que no se había acabado la pasión, en esa pasión vivieron desde que se conocieron, siempre les acompañó, porque siempre se quisieron como en el primer momento, y ese momento ha acabado, la muerte lo ha cortado, pero la muerte nunca vence al amor, aunque ella se haya ido, seguirán enamorados, porque su cariño vencerá todas los obstáculos, para que su amor, el que aquí se dejó, sepa que siempre estará cerca de su corazón.
No se llevó nada con ella, dejó su fuerza y su entereza, a solas con su familia, en sus últimos momentos, les habló con sentimiento, les dijo que fueran fuertes, que no tuvieran rencillas, que ella estaría siempre acompañándoles desde arriba.
Tanta fuerza les dejó, que ahora están mejor que yo, los he visto, y he podido comprobar, que están en paz, en la paz que ella les transmitió, que no se quiso llevar, para que ellos no sufrieran por su ausencia.
Ella, haciendo honor a su nombre: repartía felicidad, era alegre, era hermosa; pero ante todas estas cosas, era la que más ayudaba a los demás, siempre echaba una mano al que la necesitaba, nunca era indiferente a los que sufrían, no podía ver sufrir, era sensible, tan sensible, que se pasó toda su vida: consolando a los que sufren, animando a los tristes, repartiendo alegría a su alrededor, y tanto fue su amor, que a todo lo que estábamos a su lado, nos ha dejado un trocito de su corazón.
Creo que no la podré olvidar, nunca olvidaré los momentos que pasamos tan felices, aún recuerdo su sonrisa, tan sincera y tan alegre, pero esa sonrisa se ha ido, el cielo se la ha llevado, ya no volveré a vivir los momentos que tan bien hemos pasado, el cielo la ha arrancado de esta tierra, para llevarla con él, su alma sube hacía el cielo, allí nos está esperando, para reunirnos con ella, cuando nos llegue el momento en el que lo hagamos, y conseguiremos disfrutar nuevamente de ella, en el cielo nos encontraremos, y allí disfrutaremos de la paz y felicidad que en la tierra nos supo dar.