El día 16 de julio de cada año,
se celebra la festividad de Nuestra Virgen del Carmen, la marinera, patrona de
nuestros pescadores, y también de mi Marbella, con ella celebramos ese día, con
gran alegría, y la embarcamos, por las aguas del mar la deslizamos, para que la
acaricien sus olas, que por ser el día de Ella, se muestran sumisas, no la
golpean, la acarician, con gran amor, y la mecen, con delicadeza, al Puerto
Banús la llevamos, acompañada por todos sus hijos, los pescadores, que su
barcos adornan con muchos primores, para acompañar a su Madre, a su Reina, a la Reina de los mares, van
tocando sus sones, aclamando su grandeza, llorando por verla cerca, al Puerto
Banús la llevan, para allí darle la vuelta, volver a un Puerto más humilde,
pero más humano, más cercano, en este puerto la desembarcan, y la suben en un
trono, adornado, solo con flores, que la rodean y que su aroma deslizan por su
figura, por su manto, dejándosela para
que con ella, la Virgen
vaya más bella, la llevan los porteadores, rodeada de sus fieles, de marineros,
de autoridades, y de bellas mujeres ataviadas con mantillas blancas, porque es
día de alegría, los vestidos de colores, para que todos vean que la quieren y
la veneran, y todos, todos…, la
acompañan con los sones de la orquesta, de tambores y trompetas, que con su
música da marca el paso a los porteadores, la llevan hasta su Iglesia, la de
siempre de Marbella, de la
Encarnación llamada, y allí, al fin, en su altar la dejan, se
despiden con tristeza, pues hasta dentro de un año, y en la misma fecha, no
podrán venerarla ni acompañarla, pero podrán a sus plantas reclinarse y pedirle
su bendición, pues Ella, durante todo el año es madre, de todos, pescadores y
agricultores, no hace distinciones, para Ella todos somos hijos, sus hijos, los
que le rezan, y ven clara su grandeza.
Este es el fin de este gran día,
que comienza con alegría, a las 6 de la mañana, rezando el rosario, llamado de la aurora, cantando el
Ave María, la siguen hasta su puerto, el Puerto de Pescadores, por calles y
callejuelas, de nuestro casco antiguo y de otras zonas de Marbella, allí le
ofrecen una Misa, que todos siguen con devoción y cariño, todos le rezan en
ella, y cuando este misterio acaba, los pescadores, lo que en este puerto
habitan, los que comparten sus vidas, en casas que son vecinas, ofrecen, para
homenajear a su Virgen, a todos los que la siguen, un chocolate con churros,
que todos consumen, con la satisfacción de ver a su Virgen, esperando en su
morada, en su morada real, junto a sus pescadores, a los que ella protege,
esperando…, a que llegue la tarde, y la embarquen en sus aguas, que son las
aguas del mar, y así pueda bendecirlas, para que todos los que en ellas se bañen, se limpien
de sus pecados, y sepan que de esas aguas, al estar otra vez bendita, saldrán
limpios de impurezas, y durante todo el verano, esas aguas, cantarán sus
grandezas, las de nuestra Virgen Bella, que ha recorrido Marbella, como hace
todos los años, todos, en la misma fecha.