En estas Fiestas, he recordado, con añoranza, la Navidad
que se vivía en mi Ciudad en mi infancia.
En aquellos tiempos, no había luces, ni se
adornaban las calles como en la actualidad, entonces las calles eran inundadas
por el verdadero espíritu de la Navidad,
y cantábamos y bailábamos con alegría y felicidad.
No había luces, pero no hacían falta, el pueblo
brillaba, y la luz que en la actualidad adorna nuestra Ciudad, la daba el
pueblo, que con su luz llenaba las calles, iban y venían, cantando y bailando;
los niños con sus zambombas y panderetas, con su música tradicional, daban vida
y más alegría, y muy contentos estaban, de celebrar una pequeña fiesta, en las
calles que entonces habían, eran pocas, pero suficientes para encontrar la
felicidad, que hoy, aunque queramos, no podemos encontrar de la misma forma,
ya, que, al parecer, hoy en día, se ha perdido el verdadero espíritu de la Navidad.
También solían pasar las pastorales por las
calles, cantaban en las puertas de las casas, y a cambio, les daban, polvorones
y anís, que ellos aceptaban y agradecían, cantando un villancico en cada puerta,
que el obsequio les hacía. Luego, cuando se iban, cantaban sus villancicos por
todas las calles, todas las recorrían, y daban mucha alegría, porque al oírlos
era cuando se sabía que había llegado la alegría, y que la Navidad
venía, ellos la traían, con su canciones y con su música,
con ellos la tradición no se perdía, ni se
perdería, si continuarán cantando sus villancicos, por esta ciudad, que esa
bella tradición nunca más vivirá, porque las pastorales no existen, ni volverán
a existir, se han perdido, igual que se ha perdido el verdadero espíritu de la Navidad.
Entonces, tan solo había una juguetería, el
nombre de Cintrano tenía, aún existe, pero es distinta, los niños de entonces
menos juguetes tenían, y esperaban a los Reyes con mas ilusión, y sentían más
alegría cuando los Reyes venían, porque no tenían el exceso que tiene los niños
de hoy en día, y eso hacía, que disfrutaran más de lo que les traían.
El ambiente, como he dicho, era distinto, se
respiraba el espíritu de la Navidad,
era más denso y más dulce, y envolvía el casco antiguo, el mismo que hay y que
habrá, el casco antiguo nunca se perderá, porque es el corazón que late con sus
habitantes, y latiendo seguirá, el tiempo nunca podrá parar esos corazones que
aman de verdad a su Ciudad.
En el día de los Reyes, las calles se inundaban
de gente contenta e ilusionada, entraban a la juguetería, y salían con la ilusión
en sus manos, con la ilusión de sus hijos, porque sabían que si los Reyes les
traían lo que querían, por la mañana, al levantarse, al ver los juguetes que
puestos tenían, no en el árbol, porque entonces no había, votarían de alegría,
y con eso, les alegrarían, y con los juguetes que se encontraban, jugaban, y
felices estaban.
Poco más hay que contar de la Navidad
en otros tiempos de mi Ciudad, tan solo
que tengo nostalgia de aquellas fiestas que felices pasábamos, todos juntos,
como se debe estar, pero eso se ha perdido, ya no existe el mismo espíritu de
Navidad, porque, al parecer, ha cambiado con la modernidad, y esa modernidad
solo nos ha traído, que perdamos nuestras tradiciones, y vivamos las fiestas de
otro modo más material, con más lujo, sin necesidad, sin tener en cuenta que
hay mucha hambre en el mundo; no somos solidarios, porque los que todo tenemos,
no sabemos, de lo que carecen los demás, y nunca aprenderemos que nosotros que
de nada carecemos, podemos ayudarlos, de una manera u otra, da igual, la cosa
es ayudar, y dar a los demás lo que a nosotros siempre nos sobra en esas
grandes comilonas que tenemos en las fiestas de Navidad.
Tan solo escribo estas memorias, para que sepáis
la Navidad
en otros tiempos en mi Ciudad, con las que se disfrutaría más, porque había más
alegría y felicidad, y el pueblo estaba unido y unido seguirá, aunque se haya
perdido aquella bonita y tradicional fiesta, que entonces reinaba en las
calles, y que ya, por desgracia, no volverá, porque hoy en día, la Navidad
no se celebra igual que antes, y creo que nunca más se llegará a celebrar, al
menos en mi bonita Ciudad